Los paneles de energía solar parecen ser una de las alternativas para reducir la contaminación y aliviar el bolsillo de las cuentas de electricidad. Sin embargo, esto resulta no ser siempre así, ya que la mayoría de ellos implican un alto costo de producción, baja eficiencia energética y poca durabilidad. Es por esto que científicos de la Northwestern University desarrollaron una placa que evita todos esos inconvenientes.
Hasta el momento la celda solar más eficiente en cuanto a los términos mencionados era la celda de Grätzel, una placa cuyos costos de fabricación son menores, pero que se filtra.
Lo que ocurre es que, al estar hecha de un líquido orgánico –y al funcionar siempre expuesta al sol-, el líquido suele filtrarse, dañando irreparablemente la celda electrolítica y disminuyendo su promedio de vida útil. La idea es buena, ya que usa un colorante molecular para absorber la luz solar, como la clorofila, pero el gran problema es que no logra durar más de 18 meses, lo que la hace comercialmente inviable.
El nuevo artefacto desarrollado por los científicos nació originalmente por un desafío que se plantearon dos de ellos: el uso de la nanotecnología para la fabricación de celdas solares. Y funcionó. Resultó que un panel solar con elementos sólidos en su fabricación es mucho más estable.
Los creadores de este artefacto se basaron en la celda de Grätzel para fabricar el nuevo panel solar. Reemplazaron su interior líquido por una película delgada hecha de cesio, estaño y yodo, logrando una celda eficiente, de bajo costo de producción y amigable con el medio ambiente.
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