El polémico Acuerdo –que viene causando un rotundo rechazo en la opinión pública desde hace un tiempo- fue rechazado hoy por el parlamento europeo con un total de 478 votos en contra, apenas 39 a favor y 165 abstenciones.
El ACTA –Anti Counterfeiting Trade Agreement, o Acuerdo Comercial Anti Falsificación en español- nació de unas negociaciones secretas entre algunos entes estatales de varios países del mundo, entre ellos Estados Unidos, algunos miembros de la Unión Europea y Australia.
El fin original buscaba proteger el derecho de propiedad intelectual, evitar falsificación y luchar contra la piratería y el intercambio de archivos protegidos en internet.
El proyecto fue polémico desde que se hizo conocido, ya que limitaba varias libertades, principalmente de los usuarios de internet, otorgando a los proveedores del servicio (ISP) la obligación de monitorear todos los paquetes de datos cargados y descargados desde y hacia internet.
Dentro de los castigos que podría haber recibido un usuario –si el acuerdo se hubiera aprobado- que fuera sorprendido llevando a cabo alguna de las acciones prohibidas en la red, están costosas multas, perder el derecho de la conexión a internet e incluso la cárcel, endureciendo enormemente las penas en contra de esta faltas.
Pero finalmente, y para tranquilidad de muchos, el ACTA fue rechazado hoy en uno de los escenarios más relevantes par el acuerdo, el Parlamento Europeo. Con 478 votos en contra, apenas 39 a favor y 165 abstenciones, el proyecto ya no podrá regir, a menos que se reformule todo el acuerdo y se presente nuevamente, pero en ese caso los plazos ya son más grandes.
La decisión final fue tomada luego de varios debates y recomendaciones de diversas comisiones de dicho Parlamento, quienes aconsejaron rechazar dicho acuerdo.
Quienes apoyaron el ACTA en las votaciones fueron los miembros del Partido Popular Europeo, quienes reaccionaron muy molestos con el rechazo al acuerdo votado hoy calificando incluso de “irresponsables” a los que contribuyeron con votos en contra.
Este proyecto recibió una atención inédita de la opinión pública alrededor de todo el mundo. La mayoría de los ciudadanos se manifestó en contra del ACTA, presionando a los políticos que debían tomar las decisiones pertinentes, e incluso se logró juntar una cifra de 2,5 millones de firmas que fueron presentadas ante el Parlamento Europeo a modo de queja.