Aterrizar en el vecino planeta es más difícil de lo que se cree. La gran velocidad con que viaja una nave espacial debe frenarse de manera muy rápida para que el aterrizaje sea suave y no comprometa la integridad de la cápsula. Esto ha hecho que una misión tripulada al planeta rojo sea prácticamente imposible debido a estas limitaciones, es por esto que la agencia espacial estadounidense está trabajando en mejorar los sistemas de frenado para aterrizar en Marte.
Los actuales sistemas utilizados para aterrizar en otros planetas no tienen mucho de ‘actuales’, ya que son los mismos que se vienen usando desde comienzos de los años 70. No han sufrido grandes modificaciones, por lo que cada vez que se llega al vecino planeta representa una odisea para quienes operan la nave en ese crucial momento.
Al adentrarse en la órbita marciana, la aeronave debe desacelerar lo suficiente como para evitar sufrir daños en su estructura. Este proceso ha sido denominado por los propios astronautas y operadores de la NASA como “7 minutos de terror”, por el peligro que esto representa.
El proceso parte con el ingreso de la sonda a la atmósfera marciana, donde la nave sufre una desaceleración durante cuatro minutos. Concluida esa etapa al vehículo espacial le quedan unos cien segundos para aterrizar, pero viaja todavía a más de 1.600 kilómetros por hora, por lo que despliega un paracaídas. Esto la hace llegar a los 322 kilómetros por hora.
En ese momento quedan apenas 90 metros para llegar a la superficie del planeta rojo, por lo que debe utilizar retrocohetes o bolsas de aire para disminuir la intensidad del impacto.
Esta situación hace muy difícil el transporte de cargas más pesadas de lo normal y más aún la llegada de una misión tripulada a Marte, por lo que los ingenieros de la NASA se encuentran trabajando en un mejor sistema de aterrizaje.
La agencia espacial está desarrollando un desacelerador supersónico para hacer que el proceso sea menos complicado y peligroso.