Una nueva forma de almacenar información podría albergar datos de manera estable durante millones de años, vivir fuera de Internet y, una vez que está escrito, no usa energía. Ahora los científicos quieren probar el almacenamiento de información en moléculas.
Los libros se pueden quemar, las computadoras pueden ser hackeadas, los DVDs se degradan, pero un químico y unas moléculas baratas pueden almacenar información por millones de años sin ser corrompida de ninguna manera. Así lo afirma un artículo publicado en la revista Science que describe la nueva técnica.
El trabajo se realizó en colaboración con Milan Mrksich y su grupo en la Northwestern University.
“Piensa en almacenar los contenidos de la Biblioteca Pública de Nueva York con una cucharadita de proteína. Al menos en esta etapa, no vemos que este método compita con los métodos existentes de almacenamiento de datos”, dice Brian Cafferty, coautor del estudio y becario postdoctoral en el laboratorio de George Whitesides. “En cambio, lo vemos como complementario de esas tecnologías y, como objetivo inicial, adecuado para el almacenamiento de datos de archivo a largo plazo”.
La herramienta de Cafferty podría no reemplazar la nube, pero es una alternativa atractiva para el almacenamiento biológico del ADN. Las nuevas investigaciones genéticas han dado como resultado la posibilidad de edición de ADN. Pero mientras que el ADN es pequeño en comparación con los chips de computadora, la macromolécula es basta en el mundo molecular.
Por su lado, la síntesis de ADN requiere un trabajo experto ya menudo repetitivo. Si cada mensaje debe diseñarse desde cero, el almacenamiento de macromoléculas podría ser largo y costoso.
“Nos propusimos explorar una estrategia que no se presta directamente de la biología. En cambio, confiamos en las técnicas comunes en química orgánica y analítica, y desarrollamos un enfoque que utiliza moléculas pequeñas de bajo peso molecular para codificar información”, señala Cafferty.
El equipo entonces creó moléculas de bajo peso, seleccionando oligopéptidos (dos o más péptidos unidos entre sí), que son comunes, estables y más pequeños que el ADN, el ARN o las proteínas y además varían en masa.
Cuando se mezclan, se pueden distinguir unos de otros como las letras en una sopa de letras.
Los investigadores lograron traducir la mezcla de moléculas en letras y palabras, y luego tomaron prestado el código binario. Básicamente, el código binario molecular apunta a una letra correspondiente o, si la información es una imagen, un píxel correspondiente.
A través de este método, una mezcla de ocho oligopéptidos puede almacenar un byte de información; 32 puede almacenar cuatro bytes, y así sucesivamente.
Cafferty y su equipo escribieron, almacenaron y luego leyeron la famosa conferencia del físico Richard Feynman “Hay mucho espacio de fondo”, una foto de Claude Shannon (conocido como el padre de la teoría de la información), y Hokusai pintura en madera La gran ola de Kanagawa.
Se estima que para el 2020, el archivo digital global alcanzará los 44 billones de gigabytes, 10 veces más que en 2013. Con este modelo, el equipo puede recuperar sus obras maestras almacenadas con el 99.9% de precisión. La escritura es un proceso lento pero la lectura puede ser más rápida.