El cerebro humano es un misterio, aún existen muchas regiones cerebrales cuyas funciones no han sido del todo reveladas. Por ejemplo, cuando falta el sentido de la vista, las regiones cerebrales correspondientes pueden adaptarse para procesar nuevas entradas, incluido el sonido o el tacto.
Un reciente estudio en personas ciegas que usan la ecolocalización, haciendo clics con la boca para juzgar la ubicación de los objetos cuando el sonido rebota, revela un grado de reutilización neuronal nunca antes documentado. Tal parece que un área del cerebro normalmente dedicada a las primeras etapas del procesamiento visual puede usar los mismos principios de organización que usa para interpretar los ecos, para interpretar las señales del ojo.
En los videntes, las imágenes se trasmiten por la retina como mensajes que llegan hasta la parte posterior del cerebro donde se encuentra la corteza visual primaria. En esa parte del cerebro se construye un mapeo que nos permite percibir el espacio físico que nos rodea.
En el nuevo estudio, los investigadores querían saber si los ecolocadores ciegos usaban este mismo tipo de mapeo espacial en la corteza visual primaria para procesar los ecos. Para ello, pidieron tanto a personas ciegas como a videntes que escucharan grabaciones de un sonido de clic que rebota en un objeto colocado en diferentes lugares de una habitación mientras se encontraban en un escáner de resonancia magnética funcional.
Los investigadores se sorprendieron al ver que los ecolocalizadores expertos, a diferencia de las personas videntes y las personas ciegas que no usan la ecolocación, estaban usando su corteza visual primaria de forma similar a como la usan los videntes al observar estímulos visuales.
Eso significa que esta corteza no es estrictamente visual, pues puede aplicar sus habilidades de mapeo en un sentido diferente, de acuerdo con el informe en las Actas de la Royal Society B. Lo más interesante es que según observaron, cuando la actividad cerebral se alinea con el mapeo especial durante la escucha, los invidentes que usan ecolocalización pueden encontrar de forma precisa los objetos en el espacio tan solo con el eco.
El hallazgo revela una flexibilidad neuronal no reconocida, dicen los autores, y sugiere que el cerebro puede ser entrenado para hacer un uso experto de la información espacial, incluso si no recibiéramos estímulos visuales o información visual en general.