Ya lo apuntaba en la década de los 50 una teoría del famoso descifrador de códigos y matemático Alan Turing. En el año de su centenario, se va a demostrar la idea de que la repetición de patrones en los sistemas biológicos es generada por un par de morfógenos que trabajan juntos como “activador” e “inhibidor”. Y así lo han comprobado investigadores del King College de Londres.

En un artículo que se publicará on line en Nature Genetics y financiado por el Medical Research Council, estos investigadores han dado con la primera evidencia que demuestra dicha formación de estos patrones biológicos que defendía Turing: un mecanismo relevador en el desarrollo de los vertebrados y en la confianza de que esos morfógenos – sustancia que gobierna el patrón del desarrollo tisular y, en particular, las posiciones de varios tipos de células especializadas dentro de un tejido. Su efecto se expande desde una fuente localizada, formando un gradiente de concentración a lo largo de un tejido en desarrollo. La definición del morfógeno es conceptual, no química, por lo que agentes químicos como el retinol pueden actuar como morfógenos- como productos químicos controlan dichos patrones.

El estudio se ha realizado utilizando las crestas regularmente espaciadas que se encuentran en el techo de la boca en ratones. Gracias a ellas se identificaron el par de morfógenos que trabajan juntos para influir cómo se formará cada arista. Estos químicos controlaban entre sí la producción de expresión y podrán ser utilizados en medicina regenerativa para diferenciar células madre en el tejido.

La novedad es que por primera vez los morfógenos reales han sido identificados y los investigadores han sido capaces de ver con exactitud  la teoría de Turing. Cuando la actividad de estos morfógenos aumenta o disminuye, el patrón de las crestas en la boca se ve afectado, tal y como defendía Turing.

Alan Mathison Turing fue un matemático, científico de la computación, criptógrafo y filósofo inglés. Trabajó desde 1952 hasta que falleció en 1954 en la biología matemática, concretamente en la morfogénesis. Publicó un trabajo sobre esta materia titulado “Fundamentos Químicos dela Morfogénesis” en 1952. Su principal interés era comprender la filotaxis de Fibonacci, es decir, la existencia de los números de Fibonacci en las estructuras vegetales. Utilizó ecuaciones de reacción-difusión que actualmente son cruciales en el campo de la formación de patrones. Sus trabajos posteriores no se publicaron hasta 1992 en el libro “Obras Completas de A. M. Turing”.

 

Fuente: Europapress

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here