Es pariente de la llama pero no se trata de un fuego pequeño, sino que de un ascendiente de este clásico camélido de América del Sur y que, por supuesto, no viene a quemar miles de hectáreas por irresponsabilidad de los seres humanos, sino que se presenta como el gran salvador: el guanaco.

Seguramente muchos se preguntarán cuál es el peligro de la Patagonia pues no ven que realmente esté amenzada, sin embargo si lo está. Primero por el clima árido y la desertificación que avanza de manera progresiva, y segundo porque esto genera menos población de ganado que pueda ser útil para las pretensiones económicas de los habitantes de aquella región tan extrema.

Esto según palabras de los propios expertos del Centro Nacional Patagónico de Argentina, obedece a que “el guanaco al tener almohadillas en los dedos impacta menos en el suelo y por lo tanto preserva mejor las pastizales que las ovejas y sus pezuñas”, junto con entregar otra de sus grandes características y que tiene que ver con que “son eficientes a la hora de alimentarse porque digieren mejor los pastos secos, reciclan mejor el nitrógeno y por tanto consumen menos alimentos”.

Y no sólo eso, pues además son parte de los ambientalistas, pues su forma de cortar el pasto al comer es muy ecológica: no lo arrancan como las ovejas de modo que aquello que se comen siempre se regenera rápidamente.

Ahora, estas cualidades tan positivas, realmente no están siendo tomadas en cuenta por las autoridades locales, ya que las desconocen y peor aún, están considerando a los guanacos como una plaga evidentemente perjudicial, presentando la opción de que se tomen medidas para controlar la población de los guanacos y sobre todo porque provocan accidentes viales al pasar por el camino.

Lo anterior es un reclamo que se hace sin pensar en otras soluciones que permitan mantener al guanaco naturalmente, idea que sigue sin entenderse cuando se piensa en que, por ejemplo, su pelaje es mucho más impermeable y suave que el popular cachemir, motivo porque el que su pelo se cotiza en $180 dólares, mientras que el de oveja a $6 dólares. Además viven tres veces más que las ovejas y por el mismo porcentaje superan a la cantidad de crías que paren.

Finalmente, si se considera que el 70% de Santa Cruz en la Patagonia de Argentina, ya está desertificada, es infundado creer que los guanacos son parte de la problemática, al revés, pues tal vez han ayudado a que tal proceso no sea aún mayor.

Vía BBC

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