Un equipo de investigadores ha diseñado componentes electrónicos flexibles que pueden disolverse al interior del cuerpo y con agua. Estos elementos se podrían utilizar para hacer que los dispositivos inteligentes se desintegren una vez que ya no son útiles, ayudando a aliviar los residuos electrónicos y permitiendo el desarrollo de los implantes médicos que no necesitan ser retirados quirúrgicamente.
Hasta ahora, el equipo ha diseñado un sistema de imágenes que supervisa tejido desde dentro de un ratón, un parche térmico que impide la infección después de una intervención quirúrgica, células solares y sensores de tensión y temperatura.
El proyecto está liderado por John Rogers, un científico de materiales de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign, y Fiorenzo Omenetto, ingeniero biomédico de la Universidad Tufts en Medford, Massachusetts.
El proyecto despegó en 2009, cuando los investigadores aportaron su experiencia en la electrónica de silicio flexibles y resistentes y seda biocompatible.
La seda se hace mediante el procesamiento de las proteínas y el moldeo de los capullos de gusano de seda para hacer láminas delgadas que se ajustan y se adhieren a los tejidos, tales como la superficie del cerebro. Al cambiar las condiciones de procesamiento, Omenetto puede controlar el tiempo que necesitan las proteínas de seda para romperse cuando se mojan.
Luego, los investigadores colocaron circuitos integrados de silicio junto con diodos emisores de luz y otros dispositivos electrónicos en seda.
Desde entonces han probado numerosos dispositivos, incluidas las interfaces cerebrales que toman medidas eléctricas muy sensibles, pero a pesar de que los dispositivos no mostraron efectos adversos en los ensayos preliminares con animales, no se disuelven por completo.
Ya no usamos metales y tener silicio flotando debajo de la piel no es lo ideal, dice Omenetto.
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