El objetivo busca el desarrollo de tomates que puedan sobrevivir a plagas, patógenos, el cambio climático y además tengan un mejor sabor. Todo esto, con el fin de mejorar la seguridad alimentaria y la salud humana.
Un grupo internacional de profesionales logró descrifrar la secuencia del tomate (Solanum lycopersicum), lo cual permitirá estudiar otras especies de cultivo de la familia de las solanáceas, tales como berenjenas (Solanum melongena) y pimiento (Capsicum spp.).
“Todo esto se trata de hacer un mejor tomate. Este trabajo permite un montón de cosas que no podíamos hacer antes”, declaró Van Allen Deynze, genetista molecular del Centro de Biotecnología de Semillas de la Universidad de California en Davis.
Lanzado en 2003, la iniciativa permitió obtener una “increíblemente completa” secuencia. Con más de 80% del genoma secuenciado y más del 90% de los genes dentro de ella identificado, los refinamientos siguen teniendo lugar yel grupo espera hacer de éste una secuencia de referencia de alto nivel.
Giovanni Giuliano, de la Agencia Nacional Italiana para las Nuevas Tecnologías, Energía y Desarrollo Económico Sostenible, e investigador principal del proyecto, explicó que el grupo comenzó el uso de herramientas tradicionales para secuenciar el genoma de la variedad de tomate casero Heinz 1706 (el que se utiliza para hacer el famoso ketchup) y su pariente silvestre más cercano, Solanum pimpinellifolium.
Sin embargo, en 2008 el grupo decidió cambiar de método y sacar grandes trozos del ADN del tomate para secuenciarlo por separado para volverlo a unir y montarlo en el genoma. Giuliano explicó que uno de los descubrimientos más emocionantes fue que el genoma del tomate fue copiado por triplicado en dos ocasiones separadas.
El primer evento ocurrió hace unos 130 millones de años, y fue identificado por primera vez en la uva (Vitis vinifera), pero lo que interesa a Giuliano es que un segundo evento ocurrió alrededor de 60 millones de años, y tendría importantes implicaciones para el desarrollo de la fruta.
“Varios de los genes ‘nacidos’ en esa segunda triplicación segundo se quedaron en el genoma por decenas de millones de años. Entonces, hace relativamente poco tiempo, cambiaron su función y esto trajo consigo la aparición de la fruta carnosa como la conocemos hoy en día”, agregó.
“Lo que viene”, dice Johnathan Napier, biotecnólogo de plantas en Rothamsted Research en Harpenden, Reino Unido, “es vincular esta secuencia del genoma de los rasgos que son útiles e importantes, sobre todo para la seguridad alimentaria y la salud humana”.
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