Las enfermedades virales e infecciosas son una de las principales preocupaciones en el área de la salud. Y en ese contexto, un investigador de la Universidad de Wisconsin-Madison decidió usar la herramienta de edición de genes CRISPR para estudiar qué genes son atacados por antibióticos en particular. De esa manera, CRISPR es usado para desarrollar mejores antibióticos.

CRISPR es usado para desarrollar mejores antibióticos

El profesor de ciencias farmacéuticas de la UW-Madison, Jason Peters, en colaboración con la Universidad de California en San Francisco se centró en el problema creciente de la resistencia a los antibióticos actuales por parte de patógenos causantes de enfermedades.”Lo que tenemos que hacer es descubrir nuevas debilidades en estas bacterias”, dijo el investigador.

Peters utilizó una técnica conocida como Mobile-CRISPRi, que permite evaluar la función antibiótica en una amplia gama de bacterias patógenas. En ese sentido se usó una forma de sexo bacteriano y se transfirió Mobile-CRISPRi de cepas comunes de laboratorio a diversas bacterias, incluso incluyendo un microbio poco estudiado que se encuentra en la cáscara del queso. En esa transferencia efectiva es donde está el eureka para los científicos que estudian cualquier cantidad de bacterias que causan enfermedades o promueven la salud.

Mobile-CRISPRi

Lo que hace Mobile-CRISPRi es reducir la producción de proteínas a partir de genes específicos, lo que permite a los investigadores identificar cómo los antibióticos inhiben el crecimiento de patógenos. Con ese poder en mano, los científicos pueden dirigirse a superar la resistencia a los medicamentos existentes.

Este importante estudio fue publicado el pasado 07 de enero en la revista Nature Microbiology, y plantea una nueva manera en la que la herramienta de edición de ADN, CRISPR, puede ser reutilizada.

“La mayoría de las personas, cuando piensan en CRISPR, piensan en la edición de genes. Pero eso no es lo que hago”, aclara Peters.

CRISPR utilizado por Jason Peters

El CRISPR es una herramienta con la capacidad de enfocarse en un gen, cortar el ADN en dos y editar mientras la célula repara el daño. Pero el ya revolucionario CRISPR fue utilizado de una manera diferente por Peters y sus colegas. Se llama CRISPRi y no ha sido diseñado para cortar ADN, sino que solo se asienta en el ADN, impidiendo que otras proteínas accedan y activen un gen en particular. De esa manera, se logra una menor expresión del gen y una cantidad reducida de la proteína que codifica.

Y lo que los investigadores descubrieron es que si disminuían la cantidad de proteína dirigida por un antibiótico, las bacterias se volvían mucho más sensibles a los niveles más bajos de la droga. En ese proceso, miles de genes pueden ser seleccionados como posibles objetivos de los antibióticos. Por tanto, los científicos pueden aprender sobre la relación de los genes con los antibióticos, y cómo mejorar estos últimos.

“Lo que eso significa es que ahora puedes hacer estudios sobre cómo los antibióticos funcionan directamente en estos patógenos”, dice Peters. “Eso podría darnos una mejor idea de cómo funcionan estos medicamentos en los diferentes organismos y, potencialmente, qué podemos hacer para mejorarlos”.

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