De acuerdo con Melvin McInnis, profesor de trastorno bipolar y depresión, y Emily Mower Provost, profesora asociada de ciencias de la computación e ingeniería eléctrica, la inteligencia artificial puede ayudar a mejorar las vidas de las personas con trastorno bipolar.

Ambos profesores están trabajando en un sistema de inteligencia artificial para avanzar en la comprensión de los pacientes bipolares individuales. En un panel titulado  “Inteligencia Artificial, Tecnología Personalizada y Salud Mental” en la Biblioteca del Distrito Ann Arbor en Michigan, McInnis y Provost expresaron sus razones para involucrarse en este proyecto:

“Me da la oportunidad no solo de tratar de crear algoritmos nuevos y realmente innovadores, sino que cuando pones un enfoque centrado en el ser humano en la IA, también tienes la oportunidad de unir realmente la ingeniería y la ciencia”, dijo Provost.

Por su lado, McInnis lleva 30 años trabajando en el campo de la investigación con pacientes con bipolaridad. Utilizando el conocimiento de algoritmos de Provost, McInnis espera enseñarle a una IA a reconocer cambios en el habla de los pacientes bipolares. La detección de estos cambios ayudará a proporcionar un aviso temprano de un episodio bipolar inminente. “Nuestro trabajo es identificar marcadores biológicos que son marcadores fisiológicos que están en el habla”, dijo McInnis.

El objetivo es lograr enseñarle a una computadora los signos y síntomas de la bipolaridad y con esto poder ayudar a los pacientes con esta condición y a quienes le rodean.

Si por ejemplo el algoritmo logra identificar cuando un paciente está al borde de un episodio inminente, los familiares al no recibir esta alerta pueden estar tranquilos y hacer sus actividades diarias. Mientras que el paciente, puede gozar de mayor independencia y confiar en sus propios estados emocionales.

“El dispositivo puede dar una alerta y decir: ‘Tal vez debería hablar con su médico pronto'”, explicó McInnis. “Puede compartir esta información con el equipo de atención, con la red de apoyo, para que el paciente pueda ser parte de un equipo que lo ayude a mantenerse saludable por más tiempo”.

Uno de los mayores retos que debe enfrentar este algoritmo antes de estar disponible a nivel internacional son las diferencias culturales. Y es que los humanos manejamos diferentes formas de expresión corporal dependiendo nuestra cultura, lo que puede confundir al dispositivo. Por tanto, es necesario concluir en una “norma”, que nos una a todos en conjunto, sobre cómo son las conductas bipolares.

McKinnis además dio cifras lamentables señalando que “hasta el 20 % de estas personas terminan sus vidas por suicidio”. Esta problemática tan grave es la que estos científicos quieren atender, generando un apoyo ante las emociones tan divergentes que invaden la vida de estas personas. Esperamos que este proyecto logre salvar vidas.

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